Por: Gabriela Barraza
El recuerdo de las hojuelas me viene con el olor a miel, me recuerda a Sonsonate y al fin de año.
Con paciencia y dedicación mi madre me enseñó entre tantas recetas la tan famosa y tradicional hojuela, pocos ingredientes y de fácil preparación.
Siempre con un café junto a ella, coloca los ingredientes y la música ambiental para comenzar a preparar.
Mezclando huevos con el azúcar y la sal contando un par de “chambres”, regañando, aconsejando y todo lo que una madre puede hacer, comenzamos por dar inicio a la receta. Mi turno de agregar la leche a la mezcla de huevos poco a poco y un poco de harina, al juntar estos ingredientes se crea una masa la cual con esfuerzo debo evitar que quede pegajosa. Unto mis manos con harina y comienzo a moldear.
Un poco regañada por olvidar colocar harina sobre el rodillo, pero lista para comenzar a cortar las ruedas.
Mi madre prepara el aceite para freír la mezcla y yo cortando con un molde; hojuelas grandes, pequeñas, medianas, extrañas figuras que con el aceite caliente se han formado. ¡Un olor espectacular!
La hora de probar la mejor miel de panela en el mundo; con agua hirviendo, y con la panela disuelta, esperamos que quede espesa para poder rosear las hojuelas.
¡listo! A comer hojuelas con miel de panela, gracias a mi mama.
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